La radiación ionizante es la liberación de electrones mediante la emisión de energía en forma de ondas y partículas que se producen de forma natural en los materiales que conocemos como radiactivos (suelo, agua y vegetación) y de forma artificial en isótopos creados por el hombre, tal como los equipos que producen Rayos-X.
Desde su descubrimiento en 1895 por el científico Wilhelm Conrad Roentgen, la radiación ha causado revuelo y opiniones encontradas sobre su uso y aplicaciones, no obstante, su descubrimiento significó un gran avance para la medicina ya que los Rayos X tienen una gran capacidad de penetración, incluso en materiales muy densos como el plomo y hormigón.
La radiación ionizante es la liberación de ondas electromagnéticas como rayos Gamma y partículas Alfa, Beta y Neutrones, en este sentido, los rayos Gamma poseen suficiente energía para desplazar electrones de átomos y moléculas como agua, proteínas y ácidos nucleicos. Por otro lado, las partículas son pequeños fragmentos donde su mayor energía se transforma en una mayor velocidad.
La radiación ionizante se produce de dos formas: natural y artificial. La primera proviene del medio ambiente como el sol, agua, aire, el suelo y su vegetación, así como de los elementos que integran el cuerpo humano, es decir, nosotros emitimos radiación. La segunda, se refiere a fuentes que desarrolla el ser humano para la investigación, la industria y la medicina.
De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 80% de la dosis de radiación anual que recibe un cuerpo proviene de fuentes naturales y el 20% de isótopos artificiales, donde la persona sabe que va a estar expuesta a ciertos niveles de radiación por lo que debe contar con equipo de seguridad y considerar el tipo y tiempo de exposición.
En este sentido, es importante señalar que la radiación ionizante funciona como los fármacos: a mayor dosis, mayor efecto en el organismo, además, el impacto de dicha energía se ve influenciado por el tejido u órgano que ha sufrido la irradiación. Esto se debe a que no todos los tejidos de nuestro organismo son igual de sensibles a la radiación.
La radiación ionizante es imperceptible, por lo que se debe hacer uso de instrumentos especiales para medir los niveles de absorción de un tejido, una de las magnitudes más utilizadas y con mayor confiabilidad es el Sievert (Sv), donde los parámetros son la suma de la dosis equivalente en cada órgano o tejido multiplicado por un factor de ponderación que tiene en cuenta la sensibilidad de cada órgano tejido irradiado.
El RAISA contamos con más de 20 años de experiencia trabajando con fuentes de radiación ionizante y estamos comprometidos con la seguridad radiológica a través de servicios de dosimetría, cursos y capacitaciones, así como pruebas en campo.
José Eliud Pérez Ponce
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Reciba un cordial saludo. Atte.
Ing. de servicio José Pérez P.